Tal vez asi deberíamos imaginarlo antes de caer en el eufemismo cliché de "se apaga una estrella". La muerte de Michael Jackson ha golpeado duramente no sólo a sus fanáticos, sino tambien a quienes le agradan los acordes estandarizados que hacen vibrar los tímpanos con gusto, y los pasos de baile singulares con que nos identificabamos con éste personaje. Fueron años de dominio imperial, de estereotipo arraigado en el inconciente cultural colectivo, de un ser fantasmal y real a la vez, de melodías aprendidas masivamente. A veces nos preguntamos que hay detrás de las caras públicas una vez cerrando la puerta del pretendido anonimato. Si acaso las acusaciones planteadas en su contra eran ciertas, o son creaciones propias del "entertainment" o, esta vez, realmente sus reclamos de víctima ajusticiada eran válidas. En este aspecto, a veces es recomendable hacer el ejercicio de la retrospección culposa y no la exploración de vigas y maderos en los ojos ajenos, cual oftalmólogo farandulero de los cuales lamentablemente estamos peligrosamente acostumbrándonos... adiós '80 y '90, con los clásicos retrocesos en la pista de baile, con muertos vivientes saliendo sedientos de las tumbas o pasos quebrados que sólo la sensibilidad de un artista excepcional podía ejecutar... mis respetos y un hasta pronto Michael...